¿Y qué hay ahora de ese al que tanto amabas?, ¿Ya lo olvidaste?
El amor de los jóvenes no habita en el corazón, sino los ojos.
Cuántas lagrimas por él, y como lavaron tus claras mejillas.
Cuánta agua salada vertida inútilmente, por un amor que ya no sabe a nada.
¿Por qué el amor parece tan dulce en apariencia, y si se prueba tan tirano y cruel?
Y sí, ella posee la riqueza de lo bello, pero es pobre.
Porque todo cuanto tiene, con ella debe morir.
Pues porque para el amor no hay límite de piedra, y lo que el amor puede, lo debe intentar el amor.
Si alguna vez fuiste tú mismo, si los suspiros eran tuyos, tú y tus suspiros, eran para Rosalina, y ahora has cambiado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario